miércoles, 12 de noviembre de 2008

AUTOESTIMA Y COMUNICACION

Autoestima y comunicación

Aprender a valorar a las personas empezando por uno mismo, es una de las formas de prevenir la violencia familiar y toda forma de maltrato entre seres humanos.


La relación entre Autoestima y violencia familiar.

Una persona que no tiene una autoestima fuerte se transforma en alguien que puede ser maltratado porque no pone limites o no se da cuenta de que está siendo abusada. Por otra parte alguien puede compensar su baja autoestima, maltratando y abusando de su poder ante otra gente, pues es una manera de compensar lo inferior que se siente por dentro. En la violencia familiar tanto las víctimas como los victimarios tienen muy baja autoestima. Sólo que se manifiesta de diferente forma. Por eso es una manera fundamental de prevenir que alguien sea maltratador o maltratado es criarlo dándole el estímulo necesario para fortalecer su autoestima. Y si el daño ya esta hecho, uno de los caminos para la recuperación es ayudar a que su imagen y su autovaloracion se afirmen. De esta forma ya no se pondrá en situaciones de sometimiento o ya no necesitará someter a otros.

Muchas experiencias infantiles nos dañan y nos quitan de apoco el conocimiento sobre lo que realmente somos y valemos. Por eso necesario también aprender conocernos y valorarnos si no nos criaron transmitiéndonos una buena imagen o nos compararon con los otros sin que nos demostraran nunca que estaban satisfechos con nuestro rendimiento.

Hay gran cantidad de personas que aprendieron que tenían que obedecer, sacrificarse, complacer o someterse a cualquier situación para ser aceptados. Y otra gran cantidad que aprendió a creer que la única manera de que se le preste atención es gritando, insultando, golpeando y produciendo temor en quienes los rodean. Tanto unos como otros les transmiten a sus hijos e hijas ese modo de comportarse, pero también les están estimulando la formación de una autoestima deficiente.

La buena autoestima se manifiesta porque podemos decir que no o que si a lo que se nos presenta, sin aceptar presiones ni abusos; Podemos pedir lo que necesitamos sabiendo que los demás también tienen derecho a negarse, podemos comunicar nuestros sentimientos, pensamientos y emociones sin temor y de manera natural, sin maltratar ni ofender a nadie, podemos aceptar que los demás no piensen o actúen igual que nosotros sin por eso creer que son malos, etcétera.

Las características de la autoestima.

· Flexibilidad: es poder adecuarnos a los cambios y a los imprevistos sin perder la confianza y sin caer en el pesimismo.

· Creatividad: es no tener miedo a probar algo nuevo.

· Ambición: es poder proponerse metas maneras de conseguirás sin causar daño a nadie.

· Construcción: es buscar siempre lo positivo, lo que se aprende aun en las peores experiencias o pérdidas.

· Vitalidad: es saber que tenemos la fuerza y las ganas de probar todo lo que la vida trae, poner las energías en lo creativo y constructivo.

· Respeto: es cuidarnos y saber que nuestro cuerpo, nuestro tiempo, nuestro dinero, nuestros deseos, nuestras aspiraciones merecen respecto y consideración.

· Alegría: es poder rescatar algo lindo en todo, aun en los peores momentos poder aplicar un poco de humor.

Para reconocer las señales de un dolor emocional oculto:

El dolor y los resentimientos ocultos que nos siguen carcomiendo por dentro se pueden manifestar en la adolescencia y en la adultez de esta manera:

· Estallamos o nos irritamos por cosas insignificantes.

· Nos sentimos amargados y casi nada nos satisface.

· Sentimos la tentación de pelearnos con todo el mundo.

· Tenemos pensamientos negativos acerca de la vida y de la gente.

· Decimos cosas hirientes a las personas y luego nos arrepentimos.

· No entendemos por qué reaccionamos con tanta furia.

· Tenemos peleas con frecuencias o necesitamos tener a todos bajo control.

· Nos sentimos ignorados, marginados, muy solos.

· Nos comparamos o competimos con nuestros hermanos o hermanas.

· Nos tragamos el enojo con los demás para que no nos abandonen.

Una prueba típica de la baja autoestima es no poder aceptar elogios ni felicitaciones.

Alguien con una buena autoestima no necesita competir, hacerse notar, no se compara, no envidia, no se desmorona frente a un error, no-se autocondena con crueldad, no se justifica por todo lo que hace, no actúa como si “pidiera perdón por existir”.

Cómo se daña la autoestima en la infancia.

Existen padres, madres, docentes, o cuidadores que humillan, desprecian, no prestan atención, se burlan o se ríen del niño o niña cuando pide ayuda, siente dolor, tiene un pequeño accidente, necesita que lo defiendan, expresa miedo, pide compañía, se aferra buscando protección, tiene vergüenza, etcétera.

Estas actitudes se alteran con otras en las que se les demuestra cariño, lo cual confunde y crea inseguridad: se pasa de ser “malo y culpable” a ser “querido y bonito”.

El mensaje que final que queda grabado es: “somos mayores y podemos hacerlo. Vos no. Cuando seas grande podrás hacer lo mismo que nosotros”. Por lo tanto, cuando crezca, a la primera oportunidad traspasará la humillación o el maltrato a otros más pequeños o vulnerables.

Esta es la cadena de poder y abuso de poder que se traslada de una generación a otra.

El desprecio y la vergüenza vividos en la infancia son la fuerte de la mayoría de los problemas que afectan la vida adulta y los componentes más negativos de la baja autoestima.

La principal y más generalizada forma de violencia es el maltrato emocional.

Aunque no nos hayan pegado físicamente, nos han asustado de muchas maneras en nuestra infancia y nos hemos sentido culpables e intimidados.

Un niño o niña que esta se está desarrollando con una autoestima herido se atormenta con pensamientos o sentimientos que –por lo general- no pude comunicar ni compartir con nadie y aprende a soportar en silencio.

Los padres y madres que dañan la autoestima de los hijos e hijas no lo hacen de manera intencional, es el modo en que también los educaron a ellos. Pero es necesario aprender a cortar esta cadena generacional de actitudes y mandatos que destruyen durante la infancia la imagen interna de nosotros mismos.

La autoestima y la comunicación están íntimamente ligadas: según cómo nos digan algo, así será el efecto positivo o negativo, de aprendizaje o de resentimiento que nos deje por dentro desde nuestra infancia hacia el futuro.

Cómo sanar la autoestima herida en la infancia.

· Realizo mis elecciones y acciones con responsabilidad y sin temor.

· Me aplico a trabo con responsabilidad pero, si algo no va bien, no es porque yo sea un fracaso sino que todavía tengo que aprender más.

· El cuidado o la falta de cuidado con que trato a mi cuerpo depende de mí, aprendo a quererlo y aceptarlo, nadie tiene derecho a criticarme.

· Me hago responsable del modo como trato a los demás y evito repetir lo que a me hizo sufrir.

· Ahora yo soy responsable de mi felicidad y no dependo de que otros me hagan sentir bien o mal.

· Yo alimento mi vida en lo material, lo emocional, lo intelectual, lo espiritual.

· Tengo confianza en poder resolver lo mejor posible cualquier situación.

· Aprendo a comunicar mis sentimientos y respeto lo de los otros.

· Acepto y agradezco que me aprecien, que me feliciten, que me regalen.

· Cambio mis opiniones sin temor si me doy cuenta de que eran erróneas.


Señales de la recuperación de la autoestima.

· Cambia nuestro rostro, reímos más, estamos más distendidos/as.

· Somos capaces de hablar de nuestros logros tanto como de nuestras equivocaciones, con naturalidad, sin soberbia ni falsa humildad.

· Estamos más abiertos/as a aceptar limitaciones y errores, ya que la autoestima no está atada a la “perfección”.

· Nos sentimos más cómodos y libres para dar y recibir elogios, afecto, reconocimiento.

· Tenemos más armonía entre lo que decimos y hacemos: el modo de hablar y de movernos se vuelve relajado, flexible, sin agresividades.

Tenemos presente que existe una serie de expresiones y mensajes que son contraproducentes y que hay que eliminar para no maltratar.

Los principales ejemplos son:

Amenazas: producen miedo, hostilidad, sumisión, o una escalada de violencia.

Ordenes: demuestran autoritarismo, estimulan la rebeldía o una obediencia temerosa.

Otras formas de reaccionar:

· Criticas

· Insultos

· Deberías o tendrías que

· Interrogatorios

· Interpretaciones

· Cambiar de tema

· Negarse a escuchar

· Restar importancia

· Negar el problema

· Traer acusaciones del pasado

· Reproches

· Monólogos

· Generalizaciones

· Defensa

· Doble mensaje

· Incluir a otros

· Suposiciones

· Frases ambiguas

· Resentimiento oculto

· Interrumpir, burlarse, ironizar, acusar, manipular: son otras de las formas tan frecuentes y negativas de enfocar las conversaciones.

Para comprender la esencia de la comunicación.

· Afirmación: es buscar y establecer una afirmación, una seguridad.

La meta de la persona que habla, en este caso, es hablar del problema.

· Explore el problema con el fin de revelar la dificultad con más profundidad, si el tiempo lo permite.

· Verifique los sentimientos de la persona, además de los hechos.

· Utilice comentarios para expresar los sentimientos y tal vez el contenido del problema en una frase o expresión que indique reconocimiento.

· Pruebe de nuevo. Si no entendió, haga una pregunta aclaratoria.

· Reconduzca la conversación si la otra persona se aparta del tema. Esto ayuda a focalizar el tema.

· Utilice la frase “lo comprendo” con discreción.

· Guarde la información confidencial. Deberá asegurarse de que realmente le quieren contar el problema. En este caso tendrá que explicarles que lo que le cuentan es confidencial.

· Trate de centrar la conversación en el tema en cuestión.

· Permita que los silencios ocurran naturalmente en la conversación.

· Fíjese en los movimientos corporales o en los suspiros, indican discernimiento o aceptación.

Recuerde que oír y entender activamente ayuda a la otra persona a ampliar el enfoque que tenía de los demás no resueltos: al hablar con usted está resolviéndolos.

¿Sabe que la ha escuchado correctamente? Intente que se cuenta de esto.